Día de la Pascua

1 Corintios 5:6-8

No es buena vuestra jactancia. ¿Acaso no sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois, sin levadura, porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad”.

EXHORATACIÓN A ANDAR COMO CRISTIANOS

1. Cuando Dios estaba a punto de sacar a los israelitas de Egipto, les mandó que antes comieran la Pascua esa misma noche; y como perpetua remembranza de su redención, anualmente debían celebrar la fiesta de la Pascua en la misma estación por siete días. En particular, mandó estrictamente que en la primera tarde de la fiesta empezaran a quitar de sus casas toda levadura y todo pan leudado, y durante los siete días no comieran nada sino panes o pasteles dulces, sin levadura. Por eso los evangelistas hablan de la fiesta como la Fiesta o los días de pan sin levadura. Marcos 14:1; Lucas 22:1.

2. En esta Epístola Pablo explica la figura en pocas palabras, pero son palabras hermosas y expresivas. Lo hace porque en los versículos anteriores de este capítulo ha estado reprendiendo a los corintios por querer jactarse del evangelio y de Cristo y a la vez hacer uso indebido de esa libertad para la falta de castidad y otros pecados. Debido a que poseen el evangelio y se han hecho cristianos, los amonesta para que también lleven una vida cristiana, que vivan conforme al evangelio, se alejen y eviten todo lo que no esté en conformidad con la fe y el carácter cristiano y todo lo que no es apropiado para ellos como nuevas personas.

3. Ahora el apóstol toma esta figura del cordero pascual y el pan sin levadura que debían comer en la fiesta judía de la Pascua, para mostrar a los corintios la verdadera naturaleza y uso cristiano del nuevo pacto en el reino de Cristo. Explica, entonces, lo que es el verdadero Cordero pascual y lo que es el pan o torta sin levadora, y cómo debemos observar la verdadera Pascua, en la que todo debe ser nuevo y espiritual. Emplea esta figura con un espíritu gozoso y rico para atraer y moverlos tanto más para que recuerden que son cristianos y reflexionen sobre esto correctamente.

Como si dijera con estas palabras: “Como ahora ustedes son cristianos y el pueblo verdadero de Dios, y van a celebrar la fiesta de la Pascua, deben hacerlo correctamente, quitando toda levadura que se encuentre todavía entre ustedes hasta que solo quede una buena masa dulce sin levadura”. Lo que Pablo quiere decir con “levadura” lo explica después cuando añade: “ni con la levadura de malicia ni de engaño”; es decir, todo lo que sea malo y malvado. Todo lo que no forma parte del cristianismo tanto en la doctrina, o la fe, y la vida, es “levadura”, Pablo quiere que los cristianos lo barran completamente entre cristianos, tal y como en la ley se prohibía estrictamente la levadura. De nuevo, quiere que celebremos nuestra Pascua con el uso del pan dulce, que en distinción de la levadura, llama “el pan sin levadura de la sinceridad y la verdad”, o sea, la conducta y vida justa y nueva. 

4. Por consiguiente, esta Epístola no es otra cosa sino una amonestación al buen comportamiento y obras cristianas, dirigida a los que han oído el evangelio y han aprendido a conocer a Cristo. A esto es lo que Pablo llama participar del verdadero pan sin levadura, o las hostias, (los alemanes hemos tomado esta palabra de la iglesia judía, abreviando “ablaten”, obleas, en “fladen”; de otro modo nosotros los gentiles no sabríamos nada de obleas o de la Pascua) en nuestra fiesta de la Pascua, en la cual comemos el Cordero de la Pascua, Cristo, por medio de la fe, para que nuestra vida y nuestras obras se hagan similares y se ajusten a la fe en el Cristo que hemos llegado a conocer.

Comienza su amonestación con las palabras:

¿Acaso no sabéis que un poco de levadura fermenta toda la masa?

5. Hace que estas palabras formen la base para las amonestaciones siguientes. La levadura es una figura común que el apóstol usa con frecuencia, casi proverbialmente; y también la emplea en su Epístola a los Gálatas (cap. 5:9) como Cristo también nos da una parábola de la levadura en la Biblia, Mateo 13:33. Es la naturaleza de la levadura que cuando solo un puñado se agrega a la masa, fermenta toda la masa hasta que la leuda totalmente. Pablo aplica esta figura a las cosas espirituales tanto en cuanto a la doctrina como a la vida.

6. En Gálatas 5:9, usa esta expresión específicamente acerca de la falsa doctrina, porque ella también tiene esta naturaleza. Donde se introduce un error en una parte o un artículo de la fe, pronto se corrompe la totalidad y resulta en perder a Cristo. Así pasó con los gálatas. Lo único en que insistían los falsos apóstoles fue la circuncisión, aunque su intención era predicar el evangelio y Cristo. Tal innovación seguirá su curso con un alcance destructivo hasta que aun la parte no contaminada se echa a perder; la masa que era pura se corrompe totalmente, como San Pablo también escribe a sus gálatas (5:2): “Ciertamente, yo, Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo”. Otra vez (versículo 4): “De Cristo os desligasteis, …de la gracia habéis caído”, etc.

Pero en este texto, Pablo aplica esta figura más a una idea errónea en cuanto a la vida y la conducta. Sucede de esta manera: cuando uno empieza a dar licencia a la carne, y abusa de la libertad, y hasta lo hace en nombre del evangelio, se mezcla la levadura en la conducta cristiana recta y rápidamente se corrompe la fe y la conciencia, y sigue su obra hasta que Cristo y el evangelio se pierden. Esto hubiera pasado a los corintios también, si Pablo no lo hubiera impedido con esta epístola donde los amonestó y los instó a que barrieran la levadura de la licencia; porque habían comenzado a practicar toda clase de libertinaje, y además habían ocasionado el surgimiento de sectas y facciones que tendían a subvertir la unidad del evangelio y de la fe.

7. Esto es, entonces, un pasaje asombroso y una seria amonestación para que nos cuidemos diligentemente y no bajemos la guardia para que nadie introduzca o permita que algo falso o extraño se deslice en la doctrina de la fe o de las obras. La palabra de Dios, la fe y la conciencia son cosas muy delicadas. El antiguo proverbio dice: Non patitur jocum fama, fides, oculus”, no se bromea sobre la buena reputación, la fe ni el ojo.

Así como el vino fino y las medicinas costosas, entre más preciosos y mejores sean, más fácilmente se corrompen y hacen venenosos, aunque sea por una sola gota de veneno u otra impureza; así también la palabra de Dios y su causa no admite ninguna mezcla. La verdad de Dios tiene que ser perfectamente pura y clara, de otro modo, es corrupta y no sirve para nada. Y lo peor de esto es que se extiende y se adhiere tan firmemente que no se puede quitar; así pasa con la levadura, por pequeña que sea la cantidad, cuando se agrega a la masa, pronto fermenta y leuda toda la masa, de modo que nadie puede impedirlo ni volver a quitar la levadura de la masa.

8. Por tanto, es incorrecto e inútil que ahora algunos quieran mediar y efectuar un compromiso entre nosotros y nuestros adversarios en el papado. Desde luego que quieren que se predique el evangelio, pero al mismo tiempo quieren retener los abusos papistas, e insisten en que esos errores no sean censurados ni rechazados, por causa de los débiles; y que por amor a la paz y a la unidad debemos de alguna forma moderar y limitar nuestras exigencias, y que cada parte esté lista a ceder a la otra y soportarla con paciencia.  Aunque no todo sea completamente puro, podemos ayudar dando una buena explicación y con buen entendimiento para que sea tolerable.

¡No, no de esa manera! Porque Pablo no quiere y Dios prohíbe forzosamente mezclar ni siquiera un poquito de levadura con la masa pura. La menor mezcla fermentaría totalmente la masa y corrompería la totalidad. En donde se hacen adiciones humanas a la doctrina del evangelio en un solo punto, se daña de tal forma que la verdad se oscurece y se engaña a las almas. Por tanto, esa mezcla, esa amalgama, no se debe tolerar en la doctrina. Como enseña Cristo (Mat 9:16); no debemos remendar un vestido viejo con tela nueva.

9. Tampoco en nuestras obras y nuestra vida diaria debemos tolerar que alguien quiera dar rienda suelta a la carne para su maldad y al mismo tiempo jactarse del evangelio de Cristo, como hacían los corintios, que fomentaban entre sí divisiones y desórdenes, hasta el punto de que uno se casó con su madrasta. En asuntos como estos, dice Pablo, un poco de levadura leuda y arruina toda la masa, toda la vida cristiana.

Estas dos cosas no pueden coexistir; ser cristianos y tener fe, y vivir conforme a la perversidad de la carne, en pecados y vicios en violencia contra la conciencia. Pablo en otra parte advierte (1 Cor 6:9-10): “No os engañéis: ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios”. Otra vez (Gál 5:19-21): “Manifiestas son las obras de la carne, … En cuanto a esto, os advierto, como ya os he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”.

10. Por eso aquí otra vez debemos reprender e impedir a los espíritus descarados que afirman que no se debe asustar a la gente con la ley, ni entregarlos inmediatamente a Satanás. ¡No! Nuestro deber es enseñar a los hombres a quitar la vieja levadura; debemos decirles que no son cristianos ni tampoco tienen fe, cuando ceden a la perversidad de la carne y voluntariamente perseveran en el pecado contra la advertencia de la conciencia. Esto es mucho peor y condenable cuando se practica bajo el nombre del evangelio, so pretexto de la libertad cristiana; porque de este modo el nombre de Cristo y del evangelio se desprecia y blasfema: y por consiguiente se tiene que renunciar a esa conducta y barrerla, puesto que no puede coexistir con la fe y una buena conciencia, como dice:

Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, como sois, sin levadura”.

11. Si quieren ser una nueva masa sin levadura, dice Pablo, deben barrer la vieja levadura. Porque, como se dijo, una naturaleza renovada por la fe y el cristianismo no nos permitirá vivir como lo hicimos cuando no teníamos la fe y estábamos en el pecado y con la mala conciencia. Ser una “masa nueva” y celebrar la Pascua  no armonizan con querer dejar que permanezca la vieja levadura: porque si no se expulsa esta, toda la masa será leudada y corrompida; nuestra vieja naturaleza pecaminosa otra vez dominará y derrocará nuestra fe, la pureza que ha comenzado y la buena conciencia.

12. Pablo no habla aquí de la levadura en general; manda quitar la “vieja levadura”, implicando que puede haber una levadura buena. Sin duda, lo hace para honrar al Señor Cristo (Mat 13:33) al comparar el reino del cielo también con la levadura, la cual no puede ser mala o dañina; más bien, el propósito en mezclarla con la masa es producir pan fresco y  bueno. Esto se dice de la palabra de Dios, o la predicación del evangelio, por la cual somos incorporados al reino de Cristo, o a la iglesia cristiana. Aunque el evangelio parece no tener importancia, y parece ser despreciable y objetable para el mundo, sin embargo tiene el poder que en dondequiera que vaya, se difunde, encuentra discípulos que lo aceptan y obra en ellos, los renueva, haciéndolos como él, aun como la levadura imparte sus poderes a la masa y la hace aumentar.

 Pero Pablo se refiere aquí a la levadura vieja, rancia y sin valor. Quiere decir las enseñanzas, los puntos de vista, o la manera de vida que resulta del viejo Adán, de la carne y la sangre, y corrompe la nueva doctrina pura, o la naturaleza renovada cristiana. Más adelante la llama la “levadura de malicia y de maldad”, y aquí pide que los corintios sean una masa nueva, fresca y buena.

13. Pero mira cómo habla el apóstol. Les dice barrer la vieja levadura y da como motivo: Sois una masa nueva y no leudada. “Ser una nueva masa dulce no leudada” quiere decir tener la fe, aferrarse a Cristo y creer que tiene el perdón de pecados por medio de él; como pronto hablará de nuestra Pascua: Cristo, sacrificado por nosotros. Por esta fe somos ahora purificados de la vieja levadura, es decir, del pecado y de una mala conciencia, y hemos comenzado a ser nuevos hombres. Esto lo llama barrer la vieja levadura.

14. Ahora, ¿qué sentido tiene cuando él dice: Deben barrer la vieja levadura para que sean una nueva masa, cuando al mismo tiempo acepta que son sin levadura y son una nueva masa? ¿Cómo pueden ser como obleas verdaderas, no leudadas, o masa dulce, cuando todavía deben alejar la vieja levadura, como si todavía estuviera en ellos?

Respuesta: Esta es la forma paulina y apostólica de hablar y escribir de los cristianos y del reino de Cristo; nos muestra cómo son las cosas con nosotros. Es una situación en la cual ha comenzado una nueva vida cristiana por la fe en Cristo, el verdadero Cordero de la Pascua; por tanto, la Pascua se celebrará con pan dulce, no leudado. Pero al mismo tiempo, queda algo de la vida vieja, que se tiene que barrer o purificar. Sin embargo, esta no se les imputa, porque allí están la fe y Cristo, constantemente obrando y luchando para barrer por completo toda la inmundicia que queda.

15. Así tenemos a Cristo y su pureza completa y perfectamente por la fe, y así somos considerados puros; sin embargo, en nuestra propia naturaleza personal no somos hechos perfectamente puros, sin pecado ni debilidad, sino queda mucha de la vieja levadura, que no obstante será perdonada, y no se nos imputará, si tan solo permanezcamos en la fe y nos ocupamos de barrer las impurezas que quedan.

Esto es lo que Cristo dice a sus discípulos (Juan 15:3): “Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado”, y en el mismo contexto declara que las ramas en él tienen que ser podadas para que puedan producir mucho más fruto. Y le dice a Pedro, y a otros (Juan 13:10): “El que está lavado no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio”.  Estos pasajes, como también se dice en otras partes, enseñan que el cristiano por la fe toma la pureza de Cristo, por lo cual también se llama puro y verdaderamente comienza a ser puro; porque con la fe se da el Espíritu Santo que obra en el hombre, para que en adelante resista y suprima el pecado.

16. Por eso también se debe reprender a los que insisten y piensan que la iglesia cristiana  debe ser sin debilidad ni defecto en todo respecto, y que enseñan que cuando no es así, no hay tal cosa como la iglesia de Cristo ni cristianos verdaderos. Muchos espíritus errados, especialmente personas que pretenden tener gran sabiduría, y santos precoces hechos por sí mismos, inmediatamente se impacientan al ver cualquier debilidad en cristianos que profesan la fe del evangelio; porque ellos sueñan con una iglesia sin ninguna imperfección, una cosa imposible en esta vida terrenal, y no se encuentra incluso entre ellos.

17. Se debe saber que el oficio y el gobierno de la iglesia de Cristo es, que aunque realmente, por medio de la palabra y la fe, al instante nos da su pureza total, y por el Espíritu renueva nuestro corazón, sin embargo la obra de renovación y purificación no la perfecciona inmediatamente, sino a diario obra en nosotros y nos limpia por medio de la palabra hasta que seamos siempre más limpios. Esta obra la hace y la promueve por medio del ministerio de la palabra, con amonestación, reprensión, corrección y fortalecimiento, como lo hizo por medio de San Pablo en el caso de los corintios, y también por medio de la cruz y el sufrimiento.

No vino ni hizo su trabajo, ni sufrió ni murió para que encontrara en nosotros gente completamente pura y santa. La pureza y la santidad él la ha adquirido para nosotros en su propia persona a la perfección, por cuanto no tuvo pecado y fue perfectamente puro desde el momento en que se hizo hombre, y esta pureza y santidad sin defecto, la comparte con nosotros y nos hace gozarla mientras nuestra fe se adhiere a él. Pero que esa pureza siga en nosotros la tiene que obrar en nosotros diariamente, hasta que llegue el tiempo en que él habrá obrado en nosotros una perfección sin defecto como la de él.

Así nos ha dado su palabra y su Espíritu para que los usemos y tomemos parte activa en barrer lo que queda de la vieja levadura, y para que retengamos la pureza que ha comenzado y no nos apartemos de ella, y para que retengamos la fe, el Espíritu y a Cristo. Esto, como antes lo dijimos, no sucede si cedemos a la vieja disposición carnal en lugar de resistirla.

18. Fíjate, el texto nos enseña una cosa: Aun los santos tienen debilidades, impurezas y pecados que todavía se tienen que barrer, pero no se les imputa a ellos, porque están en Cristo y barren esa levadura.

19. La segunda cosa, con eso enseña lo que constituye la diferencia entre los santos y los que no son santos, porque ambos tienen pecado; nos dice qué clase de pecados poseen los cristianos y los creyentes, ya que permanecen siendo santos y no pierden la gracia y el Espíritu Santo, y por otra parte, qué clase de pecados son que no pueden existir con la fe y la gracia.

20. Los pecados que permanecen en los santos son todo tipo de  inclinaciones malvadas, de lascivias y deseos naturales que siguen activos en el hombre en contra de la ley de Dios, los cuales los santos los experimentan tanto como los demás. Pero la diferencia es que los santos no se dejan vencer por ellos siguiéndolos y dejando que se lleven a cabo.  Más bien, se oponen a ellos y, como dice Pablo aquí, siempre los barren. Dice que son los pecados que ellos barren. Los otros no hacen eso, sino siguen sus deseos y dan rienda suelta a la carne, y así pecan contra su conciencia.    

Por ese motivo, se oponen a sus deseos pecaminosos, retienen la fe y la buena conciencia, algo imposible para los que no resisten el pecado y así violan su conciencia y su fe se derriba. Si persistes en hacer lo que es malo sin hacer caso a la voz de la conciencia, no puedes decir ni creer que Dios tiene misericordia de ti. Así que, el cristiano necesariamente no debe ceder a los deseos pecaminosos.

21. Precisamente para esto se da el Espíritu Santo, para oponerse al pecado y no dejar que domine. Pablo dice (Gál 5:17): “porque el deseo de la carne es contra el Espíritu y el del Espíritu es contra la carne… para que no hagáis lo que quisierais”. Y otra vez (Rom 6:12): “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus apetitos”.

porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”.

22. Aquí Pablo da su motivo al decir: “Sois sin levadura”. Dice: Son una masa nueva, no leudada o dulce, no por ustedes mismos, ni por su propia santidad y dignidad, sino porque tienen a Cristo y creen en él como la Pascua que fue sacrificada por nosotros. Este sacrificio los hace puros y santos ante Dios, de modo que ya no son la vieja levadura que eran fuera de Cristo y sin él, sino por este sacrificio son reconciliados con Dios y purificados del pecado.

23. Asimismo, tenemos una nueva estacón y una nueva fiesta que Dios nos ha dado en las cuales ya no se encuentra la vieja conducta, sino solamente una nueva naturaleza, un diferente y mejor Cordero de la Pascua y sacrificio del que los judíos tenían, porque ellos tenían que ofrecer y comer cada año su cordero de la Pascua, pero no eran santos ni puros de los pecados por ello. A ellos se les dio como una señal o garantía de la verdadera Pascua que vendría, la Pascua que Dios había prometido, en la sangre derramada con la cual somos lavados del pecado y completamente santificados, una Pascua que debemos gozar y comer por fe y ahora tenemos una fiesta pascual perpetua y eterna, que nutre, satisface y alegra la fe; en otras palabras, recibimos la remisión de los pecados y el consuelo y la fortaleza de este Cordero de la Pascua, Cristo.

24. El significado de la frase “sacrificada por nosotros” se ha explicado en el sermón sobre la Pasión de Cristo. Allí se presentaron dos puntos; primero, que debemos considerar la gran, seria y terrible ira de Dios contra el pecado porque no había otra forma de quitarla y no se podía ganar la reconciliación, sino con la muerte y la sangre de este único sacrificio del Hijo de Dios, y que nosotros con nuestro pecado hemos ocasionado tal ira de Dios y hemos sido la causa por la cual el Hijo de Dios tuvo que ser sacrificado en la cruz y por la cual derramó su sangre.

Esto debe asustarnos debido a nuestros pecados, porque la ira de Dios no puede ser algo trivial cuando oyes que ningún sacrificio sino solo el Hijo de Dios puede enfrentar esa ira y compensar el pecado. ¿Crees que podrás soportar esa ira de Dios, o resistirla si no consideras esto y lo aceptas?

25. En segundo lugar, debemos también fijarnos y reconocer el indecible amor y la gracia de Dios hacia nosotros, que consuela el corazón del hombre cuando está asustado por sus pecados, Considera por qué Dios hizo eso, que no perdonó a su propio Hijo y lo entregó a la cruz y la muerte como un sacrificio para quitar otra vez la ira de nosotros. ¡Qué amor y bendición mayor podría haber mostrado? Por eso, este sacrificio se nos presenta a nosotros, para que tengamos consuelo seguro y verdadero contra nuestro pecado; porque en esto puedes ver y entender que no quiere que te pierdas a causa de tus pecados, porque te da esa ofrenda, como la garantía más alta y preciosa de su gracia y de tu salvación. 

Por tanto, aunque tus pecados son grandes y merecen la terrible ira de Dios, sin embargo este sacrificio y la muerte del Hijo de Dios es infinitamente más grande, y él te lo da como señal segura de que a causa de Cristo tendrá misericordia y perdonará tus pecados. Pero ese perdón se tiene que aprehender por la fe que se aferra a la declaración: “Cristo, nuestra Pascua, que fue sacrificado por nosotros”, y  halla consuelo y fortaleza en él.

Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad”.

26. Debido a que tenemos un Cordero Pascual y una verdadera Pascua, debemos celebrarla correctamente y con alegría como es apropiado, y ya no comer la vieja levadura, sino las obleas verdaderas y los panes pascuales. Porque las dos cosas van juntas, el Cordero de la Pascua y las obleas o panes pascuales. El primero es Cristo sacrificado por nosotros, para que no hagamos nada sino recibirlo y comerlo por medio de la fe, la cual él nos otorga y da.

Sin embargo, cuando tenemos el Cordero Pascual, es apropiado también participar del pan dulce festivo; en otras palabras, abrazando la fe de la Pascua, manteniendo y promoviendo la verdadera doctrina del evangelio, ilustrándola con el ejemplo piadoso de nuestras vidas. Además, debemos conducirnos con una buena vida y ejemplo conforme a él, y así festejando continuamente, como en una fiesta eterna pascual, llevar una vida eterna pascual, como Pablo lo dice aquí, que como nuevas personas en la fe de Cristo vivamos y sigamos justos, santos y puros en la paz y el gozo del Espíritu Santo, mientras estamos aquí en la tierra.

27. En este versículo, como al principio, Pablo compara la levadura con el pan sin levadura, y llama “levadura” en general a todo lo que procede de la carne y sangre y de una naturaleza pecaminosa no renovada, pero la clasifica bajo dos temas, “No con la levadura de la malicia y de maldad”. “Malicia” significa toda clase de vicios y pecados que uno comete abiertamente contra Dios y contra el prójimo.  Pero “maldad [engaño]” significa toda clase de trucos malignos, y trucos perniciosos y engañosos que la gente aplica a la palabra de Dios con la intención de falsificar y corromperla, para alejar a los corazones de la fe y de una mente y entendimiento puro. Pablo advierte contra esto cuando dice (2 Cor 11:3): “Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean también de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo”. El engaño también incluye otros males como la hipocresía y otras ofensas, cuando la gente actúa falsa y engañosamente, especialmente en el nombre de Dios, y quiere así adornar y cubrirlo para que no se llame enseñanza, consejo y obrar mal, sino que se llame recto, bueno y cristiano. A esa maldad Cristo la llama “La levadura de los fariseos y la levadura de Herodes” (Marcos 8:15). Esta clase de levadura, particularmente, tenemos en el mundo en una medida indecible en estos tiempos últimos y peores.

28. Contra esto Pablo explica estas dos cosas: la “sinceridad” y la “verdad”.  Ser sincero significa vivir y actuar con un corazón bueno, sincero, que piensa bien de todos y no quiere hacer daño ni perjudicar a nadie, y trata a los demás como quisiera ser tratado. “Verdad” significa que no seamos falsos ni engañemos, que no nos ocupemos de defraudar y engañar, sino ser verdaderamente rectos, enseñar y vivir según la pura palabra de Dios. Esto debe prevalecer y mostrarse entre los cristianos, que ahora están en un estado nuevo y una vida nueva y que celebran la nueva fiesta de la Pascua  para que tanto la fe como la doctrina y vida vayan de acuerdo a ella.