EVANGELIO
PARA EL DOMINGO LAETARE [CUARTO DOMINGO DE CUARESMA]
Juan 6:1-15
1. En este
Evangelio, Cristo nos enseña una vez más la fe, que no debemos preocuparnos por
nuestro vientre y nuestro alimento, y nos incita a la fe por un milagro. Es
como si dijera con su obra lo que dice con sus palabras: “Busquen primero el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas” (Mateo
6:33). Aquí vemos que cuando la gente le sigue por la palabra y la señal de
Dios, y así busca el reino de Dios, él no los abandona, sino que los alimenta
abundantemente. Señala que antes de que los que buscan el reino de Dios sufran
necesidad, la hierba del desierto se convertirá en grano, una migaja de pan se
convertirá en mil panes, o una migaja alimentará tan bien como hasta mil panes.
Así confirma sus palabras: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra
que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Para reforzar este punto, él mismo
comienza y se preocupa por lo que comerán. Le pregunta a Felipe, antes de que
se quejen o pregunten por ello, para que le dejemos a él la preocupación por
nosotros mismos y sepamos que él se preocupa más por nosotros y antes de que
nosotros mismos lo hagamos.
2. En
segundo lugar, da un ejemplo de gran amor de varias maneras. Primero, hizo que
este milagro con la comida beneficiara no solo a los piadosos, que le siguieron
por su obra y la palabra, sino también a los esclavos del vientre, que solo buscan
de él comida y bebida y honor temporal. Después, discutieron con él en Capernaúm por la comida, y les dijo: “Me buscan porque han
comido”. Asimismo, querían convertirlo en rey. Así que también aquí hace que la
lluvia caiga y el sol brille sobre los malos y los buenos (Mateo 5:45). En
segundo lugar, se comporta tan benignamente con las mentes torpes y la fe débil
de sus discípulos. Pone a prueba a Felipe, que se precipita con su razón, y a
Andrés, que habla de manera infantil, para sacar a la luz la imperfección de
los apóstoles. Por otra parte, su amor y su amable acción con ellos brilla con
mayor belleza y deleite, para incitarnos a la fe en él y darnos un ejemplo de
que nosotros también debemos hacer lo mismo. Los miembros de nuestro cuerpo y
todas las criaturas entre sí nos enseñan que todo lo que Dios ha hecho está
lleno de amor, de modo que uno soporta, ayuda y preserva a otro.
3. Cuando
toma los cinco panes y da gracias, quiere que entendamos que nada es demasiado
poco para su propio pueblo, y que puede bendecir de tal manera lo poco que
tienen en abundancia, mientras que los ricos en toda su riqueza no tienen
suficiente, como también dice el Salmo 34:10-11: “Los que temen a Dios no
tienen carencia; pero los ricos sufren necesidad y hambre”. María canta en su
canción de alabanza: “Ha colmado de bienes a los hambrientos, y a los ricos los
ha despedido vacíos” (Lucas 1:53).
4. Por otra
parte, cuando les dice que sean diligentes al recoger los fragmentos, nos está
enseñando a ser prudentes al retener y usar sus buenos dones para no tentar a
Dios. Así como él quiere que creamos cuando no tenemos nada, y que estemos
seguros de que nos lo dará, también no quiere ser puesto a prueba o que sus
buenos dones sean despreciados o dejados para echarse a perder, mientras
esperamos otros dones del cielo por medio de milagros. Más bien, todo lo que
está ahí debemos recibir y usarlo, y todo lo que no está ahí debemos creer y
esperarlo.
LAS ALEGORÍAS
5. Todo el
capítulo demuestra que Cristo nos ha incitado a la alimentación espiritual
mediante esta alimentación milagrosa, y pretendía que buscáramos y esperáramos
de él el alimento de nuestras almas. Él se llama a sí mismo el pan celestial y
la verdadera comida y aleja la atención de los judíos de la comida corporal a sí
mismo, diciendo: “En verdad les digo que me buscan no porque han visto señales,
sino porque han comido hasta hartarse de los panes. No trabajen por la comida
que perece, sino por la que permanece para la vida eterna, que el Hijo del
Hombre les dará”. Por consiguiente, también buscaremos esta historia del
Evangelio en su entendimiento e interpretación ocultos.
6. Primero,
había mucho heno o hierba en el lugar. El evangelista no podía dejar eso de
lado, aunque no parece ser muy necesario. Sin embargo, significa el pueblo
judío, que brotó y floreció como la hierba en su santidad exterior, sabiduría,
honor, propiedad, etc., como dice Isaías: “Toda carne es hierba y toda su gloria como la
flor del campo. La hierba se seca y la flor se marchita, porque el aliento de
Jehová sopla en ella. ¡Ciertamente como hierba es el pueblo!” (Isaías 40:6–7). La palabra de Dios brotó entre tales
personas, y el verdadero alimento nos fue dado, “porque la salvación viene de
los judíos” (Juan 4:22). Ahora bien, puesto que la hierba no es alimento para
las personas sino para el ganado, toda la gloria de la santidad exterior judía
no es otra cosa que algo para engordar los corazones bestiales y carnales, que
no saben ni tienen nada del Espíritu.
7. Que el
pueblo se siente en la hierba significa lo mismo, pues los verdaderos santos
desprecian la santidad exterior, como lo hace Pablo cuando considera su
santidad anterior como una basura y una pérdida (Filipenses 3:8). Pero solo la
gente sencilla y hambrienta recibe la palabra de Dios y se alimenta de ella.
Aquí se ve que ni Caifás ni Anás, ni los fariseos ni los escribas siguen a
Cristo y ven el milagro, sino que lo desprecian y son pasto y comen hierba.
Esta señal
ocurrió cuando “la fiesta de la Pascua de los judíos estaba cerca”, porque la
verdadera Pascua, cuando Cristo sería sacrificado, estaba cerca cuando comenzó
a alimentarlos con la palabra de Dios.
8. Los
cinco panes significan la palabra exterior, corporal, expresada por la voz y
entendida por los sentidos, porque el número cinco significa las cosas físicas,
exteriores de un hombre a causa de los cinco sentidos en los que vive, como lo
demuestran las cinco vírgenes sabias y las cinco insensatas (Mateo 25:2). Estos
panes están en la cesta, es decir, escondidos en las Escrituras. Un niño los
lleva, es decir, el pueblo servil y el sacerdocio entre los judíos, que tenían
los oráculos de Dios, que les fueron encomendados y confiados (Romanos 3:2),
aunque no los disfrutaron. El hecho de que Cristo los tomara en sus manos, los
bendijera y los aumentara significa que la Escritura se abre, se entiende
correctamente y se predica a través de las obras y los actos de Cristo, y no
por nuestros actos o razón. Luego los dio a los discípulos, y los discípulos al
pueblo, porque Cristo toma la palabra de las Escrituras, y todos los maestros
la reciben de Cristo y la dan al pueblo. Lo hizo para confirmar sus palabras:
“Tienen un solo maestro, Cristo” (Mateo 23:10), que está sentado en el cielo y
es el único que nos enseña a todos con su Espíritu a través de la boca y las
palabras de los predicadores. Esto va en contra de los falsos maestros, que
enseñan sus propias ideas.
9. Los dos
peces que también estaban en la cesta son el ejemplo y el testimonio de los
patriarcas y los profetas. A través de ellos los apóstoles confirman y
fortalecen su doctrina y a los creyentes, como lo hace San Pablo cuando se
refiere a Abraham y David (Romanos 4:1-12). Pero son dos, porque los ejemplos
de los santos están llenos de amor, que no puede estar solo, como la fe, sino que
debe aplicarse al prójimo. Además, los peces fueron asados, porque tales
ejemplos son puestos a muerte por mucho sufrimiento y tortura, de modo que no
encontremos nada carnal en ellos, y para que no nos consuelen con una falsa fe
en las obras, sino que nos señalen siempre la fe y dan muerte a las obras,
junto con la confianza en ellas.
10. Las
doce canastas llenas de fragmentos son todos los escritos y libros que dejaron
los apóstoles y evangelistas. Por eso, hay doce de ellos, como los apóstoles, y
estos libros no son más que lo que quedó, tomado y desarrollado del Antiguo
Testamento. Por la misma razón, el número cinco significa que Moisés tiene
cinco libros, ya que Juan dice que el mundo podría llenarse de libros escritos
sobre Cristo (Juan 21:25), a pesar de que todo fue escrito y proclamado sobre
Cristo previamente en el Antiguo Testamento.
11. Felipe
aconseja cómo alimentar a la gente con tantos denarios, y sin embargo pierde la
confianza en esto. Eso significa que los maestros humanos ayudarían con gusto a
las almas con sus enseñanzas, pero las conciencias sienten que no ayuda. La
discusión que Cristo sostiene con sus discípulos se lleva a cabo para que vean
y entiendan que es naturalmente imposible alimentar a estas personas con lo que
tienen, y el milagro se volvería aún más obvio. Así que nos deja revolcarnos y
trabajar con las enseñanzas humanas, para que veamos y entendamos cuán
necesaria y preciosa es la palabra de Dios y que las enseñanzas sin la palabra
de Dios no pueden ayudar en absoluto.
12. Andrés
señala los panes y el niño, y sin embargo duda aun más de que sea suficiente.
Eso significa que los maestros quieren hacer a la gente piadosa y
tranquilizarla con las leyes de Dios. Sin embargo, la conciencia no puede tener
satisfacción o descanso en ellas, sino que solo se vuelve cada vez peor hasta
que Cristo venga con su palabra de gracia. Solo él es y hace lo suficiente, nos
libera del pecado y de la muerte, nos da paz y plena alegría, y hace eso por sí
mismo, sin pedirlo, en contra y más allá de toda esperanza y expectativa, para
que sepamos que el evangelio está destinado y concedido no por nuestros méritos
sino por pura gracia.
13.
Finalmente, ves en este Evangelio que Cristo, aunque tenía la mayor
consideración por la pobreza evangélica y no se preocupaba por el mañana, como
enseña (Mateo 6:34), sin embargo tenía en reserva
doscientos denarios, cinco panes y dos peces. Debemos aprender de esto que tal
pobreza y libertad de la ansiedad no consiste en no tener nada, como afirma la
secta de los frailes descalzos y los monjes, y sin embargo ellos mismos no la
guardan. Más bien, consiste en un corazón libre y un espíritu pobre. Abraham e
Isaac tenían grandes posesiones, y sin embargo vivían sin ansiedad y en la
pobreza, como los mejores cristianos.